Bitácora VII.


En una galería de fotos publicada por El Tiempo (Galería del periódico El Tiempo.) con motivo de las manifestaciones estudiantiles en la Universidad Nacional, el subtitular reza “Varios estudiantes de las FARC-EP se enfrentaron contra la unidad antidisturbios en las diferentes puertas de la universidad”. Esta clase de comentarios por parte de periodistas y entrevistadores resalta nuevamente el conflicto existente y algo viejo con Los 3 Caínes, novela colombiana que causó sobresalto debido a su distorsión de los hechos históricos y al manejo del estereotipo de estudiantes de universidades públicas y más específicamente de antropólogos y sociológos como partícipes obligatorios en los conflictos entre el Estado y los grupos al margen de la ley. Diferentes movimientos como Marcha Patriótica, empresas y multinacionales como Falabella, Tigo y Èsika se han manifestado al respecto y han retirado el apoyo económico con el que dicen promovían la falta de memoria y la tergiversación de los hechos que hacen parte de la historia nacional. 


En cuanto al aspecto religioso, después de la – si podemos llamar así – caída por parte de la Iglesia católica y su confiabilidad, el Papa Francisco parece restaurar la relación que tenían los dirigentes de esta religión con sus feligreses. La creación de una máscara sonriente con motivo de su visita al Consejo Nacional de la juventud de Brasil es el reflejo de entre muchos de la influencia actual que está adquiriendo el Papa; en países de mayoría joven y agnóstica, como lo es Estados Unidos, que cuente con el 84% de aprobación por parte de los católicos del país, a diferencia del Papa emérito Benedicto XVI quien contaba con el 67% a su favor, es un paso grande y significativo para tal vez una recuperación de fuerzas, poder y alcance de esta religión.


El tema de las tribus urbanas y sus dinámicas, muy pocas veces tiene eco en los medios masivos de comunicación, y cuando lo tiene, es limitado a actos de violencia que en el caso de la mayoría de estas tribus, solo se presentan de manera aislada. Esto ha generado en el imaginario colectivo de la ciudad rechazo y temor hacia los integrantes de estos grupos, que generalmente llevan un estilo de vida totalmente alternativo a la violencia. Sin embargo, en la capital se han popularizado los llamados grupos neo-nazis, que hacen uso de la violencia como método político y la segregación como filosofía. Estos grupos, especialmente la denominada “Tercera Fuerza” han sido motivo de tres noticias esta semana, que giran alrededor de la agresión y la delincuencia. La más difundida, es el enfrentamiento que hubo en la Plaza de Bolívar entre la comunidad LGBTI (que se defendía) y los neonazis, el día de la plenaria en la que se tenía que decidir el futuro jurídico del contrato civil de matrimonio para las parejas del mismo sexo. Es curioso como un grupo que debería estar criminalizado ante el estado colombiano por infringir el artículo 102 del código penal “apología al genocidio”, se refugia en un derecho fundamental; el de la libertad de expresión que ellos mismo violan en todas sus acciones “políticas”. En este mismo orden de ideas la agresión al miembro de la Mane (mesa amplia nacional de estudiantes), por según estos ser comunista, evidencia su carácter antisocial y el peligro que representan para los habitantes de Bogotá. Este grupo también se ha hecho notar durante esta semana por el empapelamiento que se ha hecho de la ciudad con afiches de Hitler en conmemoración de su natalicio, prueba mayor de su conducta apologética al genocidio, pues la historia y la mayoría de países del mundo han condenado al nazismo como movimiento genocida.


El desarrollo de varias noticias que dan evidencia de cómo la gente y diferentes grupos sociales se quieren hacer escuchar, no solo la protestas se hacen presentes en los núcleos y ambientes de los que estamos acostumbrados a escuchar en los medios, ver en las calles, grupos de estudiantes, centrales obreras, sindicatos, sino las manifestaciones como una herramienta y derecho de todos los que somos ciudadanos, vemos como amas de casa, familias enteras, trabajadores, minorías y gente del común, vecinos, amigos se han decido a protestar, a salir a las calles a mostrar la inconformidad en cuanto al sistema en el que estamos inmersos. Para que tratemos este tipo de eventos en nuestro análisis es debido a que no son noticias aisladas y así sean parte por decirlo de otra coyuntura vemos evidente la tendencia al aumento y magnificación de este tipo de manifestaciones populares donde la gente le dice NO y donde no permanecerán callados en temas que incumben a toda la ciudadanía por ser parte todos de una, nuestra comunidad. Esta semana se vio reflejado gran movimiento y movilizaciones en contra de varios problemas que han sido constantes en nuestra ciudad, tomemos la movilización en defensa del matrimonio gay, y sus detractores que el pasado miércoles se tomaron la Plaza de Bolívar para hacer eco con sus gritos y bailes pacíficos mientras el Senado decidía dejar el debate para el martes siguiente, y como junto a ellos opositores también hicieron presencia como detractores de tales manifestaciones.


Por otra parte otro evento que se efectuó el miércoles 17 fue el plantón y protesta que se llevó a cabo frente al consejo donde bogotanos hicieron parte de una convocatoria realizada por los mismos funcionarios, para exigir a los implicados en delitos tales como el carrusel de la contratación, desfalcos y en contra de la corrupción; la gente que asistió pidió renuncias y reclaman a los culpables de robo en el gobierno de Samuel Moreno, entre los asistentes se hicieron presentes funcionarios como también personas indignadas con el trato y procesos por los que los concejales y funcionarios implicados están siendo tratados, una tendencia urbana es esto el modo de expresarse que tiene una comunidad, la búsqueda de sus intereses y la defensa de los mismos. Otro de los ejemplos que tomaremos es el bloqueo de la calle 53 con Boyacá, realizado por habitantes del occidente de Bogotá, en protesta por el cobro de la valorización que aunque ya lleva bastante tiempo vigente como escándalo aún sigue molestando a los ciudadanos y cansados de la falta del Estado para responder a sus quejas, salieron a frenar el tráfico, y llamar la atención de quien por allí se transportara para hacer evidente y mostrar que a todos los que somos parte de la ciudad, tenemos que informarnos, participar y ser críticos en lo que nos tiene que incumbirnos por ser habitantes de Bogotá.

No obstante hasta qué punto una idea de identificación o grupo al que hacemos parte evade y coarta los derechos de los demás, en contraste con este tipo de manifestaciones, vemos como también las semana pasada la ciudad se vio afectada por lo que ya conocemos como barras bravas, causaron daños a las estructuras de varias estaciones de Transmilenio por un costo de 8 millones de pesos; también se vieron envueltos en peleas en bares del barrio Chapinero y peor aún como riñas entre hinchas llegaron a causar la muerte de un joven con arma blanca por parte de otro de tan solo 17 años en la Estación de la Calle 45 con Caracas.

No es el único caso, en repetidas ocasiones se ciudadanía se ha quejado de los pertenecientes a este tipo de tribu urbana que bajo su pasión e identificación con el deporte y grupo social, causan estragos y se vuelve un toma difícil de controlar. No obstante no todos los que son aficionados y hacen parte de un grupo o son hinchas de un equipo causan daños, y es el problema de generalizar, así como jóvenes hinchas protagonizan estos daños, también grupos de jóvenes deportistas, hacen su mayor esfuerzo para desistir de este tipo de comportamientos, y recordando que es un deporte y un juego el fútbol como pasión encargado de liberar las tensiones, crearnos emociones, un derecho de nuestra identidad pero hasta un punto en el que todos seamos conscientes de no dañar los derechos de los demás, ni de poner nuestra pasión por encima de otros.



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